Bordóns, aldea de piedra

«…con rincones donde el tiempo se para y permite la desconexión total…»

Sanxenxo es un municipio de contrastes. De playas y costa frente a valles verdosos que ofrecen paisajes similares a los de la Galicia interior; de bulliciosas villas urbanas a pequeñas aldeas con rincones donde el tiempo se para y permite la desconexión total y una de ellas es Bordóns.

Puede que sea el núcleo más reducido de todo el municipio pero es también el que concentra la mayor singularidad. Bordóns carece de playas, pero desde su altura ofrece una majestuosa panorámica de la Ría de Pontevedra. Las espectaculares vistas podrían ser uno de sus principales atractivos, pero una vez llegados a esta pequeña aldea, alejada tan solo por un par de kilómetros de la PO 308, se impone un paseo plagado de sorpresas.

Lo primero, o lo último dependiendo de cómo comencemos el recorrido, que nos encontramos en Bordóns es un antiguo molino totalmente rehabilitado y convertido en establecimiento de restauración. Su interior merece una visita. Desde algunos puntos de su interior, la reforma ha dejado a la vista el paso rápido del agua bajo sus cimientos. Y el exterior ha logrado una integración perfecta.

Se trata de uno de los varios molinos reconstruidos que forman parte de una ruta ascendente, para la que no hay sendero habilitado. Lo que sí hay, en las proximidades, es una pasarela de madera que bordea parte de la zona habitada y nos acerca hasta un lavadero muy bien conservado y permite una visión general de otro molino también rehabilitado, pero cerrado.

El despegue urbanístico que alteró el diseño de Sanxenxo en la última década, y otras zonas de la costa, no ha dejado huella en Bordóns, donde las viviendas unifamiliares predominan, manteniendo además su diseño original.

Y esto forma parte del encanto natural de esta pequeña aldea, en la que la piedra es el material común tanto en la construcción de las viviendas como en el enlosado de los viales, estrechos y cortos, que entrelazan un pequeño núcleo que merece la pena recorrer andando y que culmina en su iglesia, la de San Pedro de Bordóns, construida en el siglo XVII con una única nave rectangular y en la fachada varios pináculos de ornamentación.

Junto a ella se ubica el pequeño cementerio, cuya entrada está presidida por un curioso baldaquino, poco habitual en estas ubicaciones.

Continuando el paseo por una pronunciada cuesta de asfalto, Bordóns nos sorprende con otro bonito rincón; un pequeño molino rehabilitado recientemente y ubicado a pie de río. La ruta puede continuar siguiendo esta carretera secundaria, que complementa una visión diferente de Sanxenxo.

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